¿tener suerte es NO sentirte perfecta?

Tengo muy mala memoria. A veces ni sé en qué día estoy.
Olvido cumpleaños y otros aniversarios (salvo los cumplemeses con el novio de turno, para no perder esa densa costumbre de enloquecerlo).
Olvido si dejé el pulóver de mi vieja en su placard o si se lo perdí.
Olvido pagar las expensas (es olvido, no tuve intención todavía, aunque al día 25 no he pagado yet).
Olvido a quién le presté qué libro.
Olvido, especialmente, datos. Nombres de personas, lugares, fechas, tablas de multiplicar, letras de canciones, temas de novelas o ensayos.
Shumway escribió “La invención de la Argentina” (no lo olvido porque tengo el libro frente a mí y todavía no he olvidado cómo leer). Miro el libro. Lindo libro. Lindo título. La hipótesis debe ser obvia pero ¿cómo la justifica? ¿dice algo más? No lo recuerdo.
Agarro el libro y busco el índice como quien persigue alguna huella. Nada. Ni sentimiento, ni imagen, ni blanco. No hay hada. Así que antes de buscar otro libro para comprobar mi falta de memoria ojeo distintas páginas aleatoriamente.
Allí encuentro la mejor prueba: una pequeña hoja, de agenda citanova, haciendo de señalador. Contiene en tinta azul un cuadro sinóptico con los contenidos principales del libro, incluyendo números de páginas donde profundizarlos.
Soy una genia, pienso unos segundos... Me sentí Memento. Después, noto que el papelito está en la página 31, hasta la cual realicé el resumen y para el cual necesité las dos carillas en un libro que cuenta con 300 páginas. Se ve que me ganó la paja.

Tal vez con un fosfovita...