26.2.07

Casa nueva

Tengo casa nueva. Tengo muchos miedos. A los hombres, especialmente.
A que me roben. A que me violen. A que me lastimen.
A que me usen. A que me juzguen. A que me prejuzguen.
A que me encasillen. A que me olviden. A que me descuiden.
A que me subestimen. A que me dejen. A que me pida a gritos que lo deje.
A que me cansen. A que me oxiden. A que me mientan.
Al final del día, quisiera tener miedo a que me teman.
Ah, si. Tengo casa nueva.

22.2.07

Bueno... ahí va algo nuevo... bah... no tanto

Tenerte lejos
es la mejor fórmula para saber
cuánto te descuidaría
de tenerte cerca.

19.2.07

Pero hay razones del corazón que la razón sí puede explicar...

Una de las principales carrozas del Carnaval alemán.

17.2.07

Triste. Muy triste

Como cuando se te muere alguien muy querido.
Como cuando cerrás una puerta que no sabés si volverás a abrir.
Como cuando se te cae el alma en lo profundo, por un agujero oscuro que se forma en el centro del pecho.
Como cuando no te salvan ni las palabras ni los abrazos. O cuando querés gritar y solo tenés silencio.
Como cuando no podés parar de llorar y ya no importan las razones porque son demasiadas, y porque para el caso duele, y porque basta, es así y no preguntés más.
Como cuando elegís lo último que hubieras tenido que elegir...

12.2.07

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En este link encontrarán sketchs de la TV argentina... Hay cada cosa...

11.2.07

Vayan al psicólogo


Los perros chiquitos tienen un serio complejo de inferioridad. Por eso sus ladridos agudos te ensordecen e irritan.
Uno los ve de lejos y cree que son tiernos, pero no. A mí no me engañan con sus ojitos tristes y su ocico en puchero. De repente te saltan con un chillido permanente, cual casset infinito. Siempre ladrando insoportables. Como si ladrando mucho, crecieran...



9.2.07

Y que no soy actor de lo que fui...

Bueno, actriz, digamos.
Cambiar la piel.
Romper el huevo.
Correr con los ojos vendados.
Dejar de soñar que puedo y poder y ya.
Jugar mientras canto.
Cantar mientras hago.
Hacer mientras dejo de llorar.
Dejar de llorar por lo que al cabo que ni quería.
Dejar de querer lo que al cabo que ya no soy.
Y basta de actuar frente al espejo.
Y querer otra vez como si ya hubiera pasado el diluvio.
Y reconciliarme con la tierra, porque ya pasó de moda la deriva.

Respuestas

I.
Un igual

II.
La chica sacó una de las piedras de la bolsa, que obviamente era negra. Luego “se le cayó”, como sin querer... Entonces le dijo, en vos alta y frente al pueblo, al gobernador: no importa, saco la otra piedra y la contraria es la que ha caído al piso. J

III.
Sucedió que la que tenía la cara limpia vio que su hermana la tenía sucia y pensó que ella también la tendría sucia. Y la hermana con la cara sucia pensó que su cara estaría limpia dado que vio la cara de su hermana.

7.2.07

Para los amantes del Futbol

Nunca Jamás

…porque después de muchos años en que el mundo me ha permitido variadas experiencias, lo que más sé, a la larga, acerca de la moral y de las obligaciones de los hombres, se lo debo al futbol. (Albert Camus)


Cómo vas a saber lo que es el amor si nunca te hiciste hincha de un club.
Cómo vas a saber lo que es el dolor si jamás un zaguero te azotó la tibia y el peroné.
Cómo vas a saber lo que es el placer si nunca ganaste un clásico barrio contra barrio.
Cómo vas a saber lo que es llorar si jamás perdiste un partido sobre la hora con un penal dudoso.
Cómo vas a saber lo que es el cariño si nunca acariciaste la globa de chanfle, entrándole con el revés del pie en el cachete justo para dejarla jadeando bajo un techo de piolas.
Cómo vas a saber lo que es la solidaridad si jamás saliste a dar la cara por un compañero golpeado vilmente de atrás.
Cómo vas a saber lo que es la poesía si nunca tiraste una gambeta.
Cómo vas a saber lo que es la humillación si jamás te hicieron un caño.
Cómo vas a saber lo que es la amistad si nunca devolviste una pared.
Cómo vas a saber lo que es el orgasmo si jamás diste un avuelta olímpica de visitante.
Cómo vas a saber lo que es el pánico si nunca te sorprendieron mal parado en un contragolpe.
Cómo vas a saber lo que es morir un poco si jamás la fuiste a buscar adentro del arco.
Cómo vas a saber lo que es la izquierda si nunca jugaste en equipo.
Cómo vas a saber lo que es la xenofobia si en ninguna cancha te gritaron: “¡negro de mierda!”
Cómo vas a saber lo que es la soledad si jamás te paraste bajo los tres palos, a doce pasos de un fusilero dispuesto a acabar con tus esperanzas.
Cómo vas a saber lo que es el barro si nunca te tiraste a los pies de nadie para mandarla sobre un lateral.
Cómo vas a saber lo que es el egoísmo si jamás hiciste una de más.
Cómo vas a saber lo que es el arte si nunca inventaste una rabona.
Cómo vas a saber lo que es la música si jamás cantaste haciendo equilibrio sobre un para-avalanchas.
Cómo vas a saber lo que es lo que es el suburbio si nunca te paraste de wing.
Cómo vas a saber lo que es la clandestinidad si jamás te tiraron un pelotazo para que te las arregles vos solo contra toda la defensa contraria.
Cómo vas a saber lo que es la injusticia si nunca te sacó tarjeta roja un referí localista.
Cómo vas a saber lo que es el insomnio si jamás te fuiste al descenso.
Cómo vas a saber lo que es el odio si nunca hiciste un gol en contra.
Cómo vas a saber lo que es lo que es la vida, hijo mìo, si nunca, jamás, jugaste a la pelota.


6.2.07

Pero te levantaste

Si no se te rompe la tira de la sandalia en el medio del Once, te caga una paloma el día que te pusiste un trajecito.
O las dos cosas... Es lo mismo.
El SS (Sauna-Sarmiento) no te deja lugar ni para subir. Esperás el otro. Te cagás de calor mientras esperás. Nadie dijo que esperar era grato. Tenés un buen libro pero tu cuerpo no lo reconoce y no sabés para qué mierda te pusiste perfume. Ni él lo nota. Menos mal que no te maquillaste... ¿hubiera sido frutrante, no?
Llegás a la oficina, bañada en tu propio sudor. Tu jefe no quiere prender el aire acondicionado. Es más, quiere mate. Mucho mate. Compró uno nuevo con su termo y bombilla para que le cebés tooooodo el día. Ese es tu trabajo. Ahora sos secretaria y no tomás decisiones. Y convivís con seis personas más en una oficina chiquitita-chiquitita que, herejes si los hay, trabajan y hablan de lo que trabajan y no tenés un segundo para concentrarte en la maldita pequeña historia que querías escribir. Porque te pusiste un blog para eso. No para postear tonterías que te pasan a vos y no le interesan a NADIE, sino escribir algo que te guste un poco más. Para quererte un poco más.
Sí, hoy me cagó una paloma y ayer nomás se me rompió el único par de sandalias que tenía. Hay días en que uno sabe que simplemente no debió levanterse de la cama.

5.2.07

Antes me gustaba el nombre Anabella

Cuando se despertó, Anabella ya no estaba ahí.
Se había acostado borracha, de madrugada. Las tripas se le retorcían y afuera no paraba de llover. Odiaba la lluvia. Sucia. Compartida. Invasiva.
Su novio estaba en el living, hablando boludeces con otros habitantes de la casa. Para cuando vino a la habitación, ella estaba desnuda en la cama intentando dormir. Se había tomado una aspirina con mucho agua pero su estómago seguía revuelto. Al sentir a su novio acostado, la compañía la relajó y se durmió feliz, pensando en el futuro, los hijitos y de la casaaltrabajo y deltrabajoacasa.
En algún momento perdió la noción del tiempo y apareció otra vez en la casa, despierta. Sabía que la venían a buscar. Cuando escuchó el timbre avisó que iba a hacer pis y luego atendería la puerta. Mientras caminaba rumbo al baño, en el angosto pasillo apareció una mujer de espalda encorvada y vestido negro que caminaba delante suyo, a una velocidad menor. Como venia hablando en voz alta, insistía en que estaba apurada para llegar al baño y atender a la gente. En algún momento la vieja se cansó de escucharla y se dio vuelta.
- Me llamo Anabella- le dijo la vieja, con sus pelos negros pero también canosos.
A ella no le importaba el nombre de la vieja. No entendía muy bien qué hacía allí, pero no importaba demasiado porque la venían a buscar y antes tenía que hacer pis. Le respondió con gesto despreocupado.
- Te dije que me llamo Anabella- insistió frunciendo el entrecejo y arrugando aún más su rostro.
- Está bien. No la quise molestar- le respondió indiferente porque ya estaba casi llegando al baño.
- Anabella, te dije- y pareció enojarse mientras enderezaba su espalda.
- Anabella: yo estaba hablando sola, no es que la quisiera apurar a usted- le explicaba mientras notaba que la vieja había interrumpido el paso y las detuvo a ambas.
- ¡¡¡Me llamo Anabella!!!- no escuchaba razones la vieja –¡¡¡Me llamo Anabella!!! ¡¡¡Anabella!!! A-na-be-lla ¡¡¡ANABELLA!!!- Y sintió que se le venía encima. Ya no importaba llegar al baño.
Tenía que ser una pesadilla. Intentó despertarse y no podía. Todo se volvió negro y lo único que se veía era el rostro cada vez más cerca de la vieja gritando, y de repente ella estaba otra vez acostada en su cama y la vieja seguía enfrente suyo y su novio dormía a su lado. Ella cerraba fuerte los ojos, frunciendo la nariz y toda la frente. Se acurrucaba y luchaba contra la noche y contra la vieja y contra el sueño y estornudó.
El estornudo despertó a su novio. Le contó lo poco que recordaba, todavía algo dormida y temblando. El estómago no le dolía tanto y él le acariciaba la espalda tiernamente. Por suerte había dejado de llover, y Anabella ya no estaba ahí.

3.2.07

2007

2.2.07

No quiero ser Maitena

- No quiero seguir más.
- ¿Por qué?
- Porque estamos para el orto, todo el tiempo.
- Bueeeeno, pero tampoco vamos a terminar y listo
-…
- ¿Así como así?
- No, “así como así” no. Esto se viene pudriendo hace rato.
- Pero no es para tanto, che… habíamos quedado en ponerle onda, ¿o no?
- Vos habías quedado en eso, yo te vengo planteando hace rato que así no quiero seguir.
- ¿Así cómo?
- ¿Me estás gastando? Hablamos veintemil veces este tema. Necesito relajarme un poco… Además, a vos no te gusta discutir, así que hagámosla fácil.
- Bueno, está bien.
-…
-…
- ¿”Está bien”?
- Sí, qué te puedo decir… si ya tomaste la decisión…
- Sí, ya tomé la decisión.
- Bueno, entonces… ya está.
- Sí, eso… ya está.
-…
-…
- Che, ¿y no nos hablamos más ahora?
- No. No sé… supongo que solamente si es necesario.
- Digamos… ¿de coger ni hablar, no?
- Qué bestia que sos… Claro que no. Si te perdés una parte, te perdés todo.
- Y bueno, entonces no nos perdamos nada.
- No es tan fácil.
- ¿Por qué?
- Porque venimos para el orto, ¿te acordás?
- Sí, pero yo te voy a extrañar…
- Bueno, a veces pasa…
- ¿No te importa?
- No importa si me importa. Lo importante es que tomé la decisión. Y eso.
- Y si ya tomaste una decisión ¿yo no puedo hacer nada para cambiarla?
- Pudiste haber hecho algo mientras podías.
- ¿Algo como qué?
- No se… algo.
- ¿Ves que ni vos sabés?
- Yo sí se, vos no sabés.
- ¿Vos sabés lo que querés?
- Sí, yo te quiero a vos, pero no así como sos.
- Entonces no me querés a mí.
- Mirá, me estas mareando para que cambie mi decisión…
- ¡Pero metete la decisión en el orto…! ¡Si no me querés dejar!
- ¿No?
- ¡No! Es verdad que discutimos un montón, y que ya estamos medio podridos de pelear todo el tiempo… Es más, yo estoy harto de que cualquier pelotudez genere un conflicto...
- …
- Ahora que lo digo en voz alta, tu decisión suena lógica che…
- ¿Viste que tengo razón?
- Sí, la verdad que sí. Es una mierda estar juntos…
- Bue… tampoco para tanto…
- No, en serio… Fijate… Vos no te bancás que salga con los pibes. No me acompañás cuando quiero ver películas o discutir sobre alguna…
- Eso es porque no veo películas, en general…
- Yo, con toda la furia rescato a una de tus amigas, y mejor no te hablo de tu familia porque el día que me traten bien en esa casa, llueve merca gratis.
- Se…
- Si te llevo con el grupo de pibes que tiene novias, no se te va la cara de orto ni con una lija de metal. Y ya sabés lo que pienso del grupo ese de pelotudos con los que militás… en su vida pusieron las manos en el barro y se creen que porque les dan una clase de fotografía a los cartoneros, los sacan de la miseria…
- Cheeeeeeee, ¡que te estás yendo un poquito a la mierda ahí!
- ¡Siempre decís lo mismo! ¿Sabés qué? Ahora soy yo el que quiere terminar. Esta relación no tiene sentido.
- Imposible. Ya la terminé yo.
-¿Eh? ¡Vos cantaste pri, pero no por eso terminaste lo que empezaste!
- A ver… yo empecé diciendo que terminaba, después… después te estuve explicando por qué no podíamos seguir, ¿te acordás que vos querías seguir?
- Sí, pero ahora entendí cómo son las cosas.
- Claro… ahora se te ocurre entender algo…
- Sí, ahora entiendo que estamos para el orto. Ni terminar nos sale bien.
- Terminar nunca sale bien…
- ¿Y eso quién te lo dijo, uno de los forritos comunistas?
- Qué pelotudo… Hasta los “forritos comunistas”, como les decís vos, sabrían que las relaciones raramente terminan bien…
- Boá… ¡Salí con uno de esos, entonces!
- Bueno, voy a intentarlo.
- ¡¡¡¡Aaaaahhhh!!!! ¡Ahí está la coooosa! ¡A vos te gusta uno de esos forritos comunistas!
- Primero, dejá de llamarlos así. Segundo, no, no me “gusta” ninguno.
- ¿Y entonces por qué me dejás?
- ¿No era que ahora me dejabas vos a mí?
- Eh… No me enrrosques con ese discurso tramposo. Yo lo único que sé es que uno de esos te debe estar buitreando de lo lindo. Por eso me volvés loco a mí. Así me sacás de encima rápido.
- ¡¡Aaayyyyy!! ¡¿Por qué no te inventás más problemas?! ¡Date cuenta que hace dos hojas que estamos discutiendo sobre lo mismo! ¿Podemos terminar de una buena vez?
-…
- Estoy cansada…
- Sí, a mí me cansa discutir…
- Necesito relajarme un poco…
- ¿Vamos a ver una peli? Tengo Misión Imposible. Es la uno, pero está buena.
- No la ví…

- Buenísimo, dale, vení al sillón y relajate. Ahí la pongo.

1.2.07

Ojos bien abiertos

Falta pintura pero largamos.
En la oficina están todos de vacaciones menos yo, que recién empiezo. Antes sentía que aún no había empezado. Hoy digo que tengo los ojos bien redondos y quiero saber qué hay. Y quiero compartir. Por eso este espacio. He dicho.