20.4.07

y fue un fuerte vendaval...

Hoy Mary (Mary es mi mamá) me trajo en auto. Vinimos por la autopista, entre camiones embotellados y el agua que hoy volvió a correr sobre Buenos Aires. A la altura de la cancha de Velez, Mary saltó con que “¡esta autopista de porquería! La verdad que nos quedó horrible la Ciudad...”.
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A los veinte minutos, cuando pasamos por el parque Chacabuco, Mary me contaba que con la autopista habían cortado el parque a la mitad. Y ahí estaba la pileta azul, gigante, que se mete en el parque y lo rebalsa de vida en verano. La imagen se me tornó amarilla y recordaba a mi viejo contando que él y mi tío iban a esa pileta cuando eran chicos. Eso me hacía pensar que mi abuelo habría sido millonario. Mandar a los hijos a semejante pileta... ¡Hay que tener mucha guita para eso! Cada vez que pasábamos por ahí, mi papá hacía el comentario. Y yo quería ir a esa pileta... Qué bien la pasarían. Una pileta tan grande, tan linda. Burguesito mi viejo, para terminar militando en el PC... Cuántas cuentas pendientes, Mario... Y cuanta lluvia, todavía, en Buenos Aires.
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¿Ma... es pública esa pileta, no?
Si... debe administrarla el Gobierno de la Ciudad. Menos mal que tenemos la autopista, así lo podés ver desde arriba. Y llegamos más rápido al centro, claro.