Se la vida e´

Primera mesa (en realidad era la segunda tanda, pero si laburás no vas a llegar antes de las 19hs): Política Internacional. Escenarios para la región. (o algo así)
Fui toda contenta porque me encanta Pedro Brieger. Me derrito. Me ahogo en mi baba de la admiración por lo que sabe ese tipo. (no, no es lindo, pero… y qué?)
Llego y me entero que Brieger se va en minutos más, porque tiene que hacer su noticiero. En fin…
Otro que se iba rápido de una mesa de cuatro, era Gustavo Sierra. Menos mal que se fue. Será buen/mal corresponsal, pero de análisis político internacional, nada.
Brieger brilló y se fue. Dije.
Quedaron un representante de la radio de Madres (que nos cansó de repetir que había que estar contra el imperialismo) y el embajador argentino en Haití que me recordó por qué, después de hacer dos años de orientación en relaciones internacionales para laburar en la cancillería, huí despavorida.
Luego pasé a la mesa de Movimientos Sociales. Estaba la de empresas recuperadas pero tuve que elegir. Y casi que perdí. Decí que los dos expositores, que sí asistieron, tiraron definiciones interesantes. Me gustaría investigar sobre ese fenómeno. Hay mucho y muchas variables por las que entrarle. Se armó debate porque algunos planteaban que no veían diferencias entre los “nuevos” y “viejos” movimientos sociales. Otros decían que la actitud de resistencia (asociada directamente al zapatismo) era peligrosa. Muy bueno. La mesa de empresas recuperadas tuvo auditorio lleno. Otra vez será.
Me encontré con compañeras de la carrera. Conocía a la gente que exponía y recordé que hay todo un mundo del que me venía alejando porque es difícil construir teoría que sirva para la praxis. Porque en algún momento me cansé de subir tanto que podía discutir con un filósofo pero no podía bajar mis manos al barro. Ahora tengo barro entre las uñas, apenas, por unas horas de clase en un colegio privado en Haedo. No, no es poco. Pero se puede tejer algo mejor.
Y ahí me encontré con teóricos (politólogos) que querían bajar la teoría. Así, como de casualidad. Y no. No es que ellos no lo estuvieran haciendo.
Era yo que tenía los ojos puestos en pasarla un poquito mejor; porque a veces los moretones duelen mucho y ya no es como cuando sos chica que no importa.
Sí importa. Pero se los puede llevar con una y compartirlos y aprender otras cosas. Por suerte siempre aparece alguien que te recuerda que estar vivos es maravilloso. Alguien nuevo. Y alguien de siempre también. Y por suerte está una que se descubre fuerte allí en el medio del ring, y te mete un latigazo en el mejor momento.
Porque la imagen que ves en el espejo no es tan horrible como la que ven los ciegos.
Porque empezás a creer en vos, justo allí, cuando nadie te ve.