Ultima semana en baires... Con algunos amigos escritores nos vamos para Neuquén a organizar la noche de lecturas del 30 de diciembre. Ya les contaré más detalles.
El viernes tuve mi primera mesa de exámenes del año, luego de un par de semanas asesinas. Estuvimos tomando orales de historia durante seis horas. También les contaré los detalles luego.
El sábado cumplí años. Eso se los cuento ahora porque soló tengo para decir que la pasé bárbaro. Pasaron amigos durante todo el día. Nunca festejo mi cumpleaños. Siempre pienso que nadie va a venir así que me ahorro el mal trago. Por suerte este fue el primer año en mucho tiempo que arriesgué... y gané. Perdí algunos dientes en el camino pero lo que importa de una sonrisa es la magnitud de la felicidad que la empuja. Y, modestia aparte, creo que la de este fin de semana fue preciosa.
El viernes empezó mi vacación mental. De aquí en más, hay tiempo. Ese que no tengo el resto del año. Ese que te pasa por encima y no baja de quinta. El que te pone en atolondrado offside, y hace que te manden al arco por un par de fechas, para que aprendas.
Que es el mismo con el que te animás y esperás. Reformulás y ponés pausa. Y te limitás a disfrutar la foto. Porque vos siempre pedís una peli... pero eso también se construye y mierda que duele y cuesta y no sabés y temblás y temés que sea efímero (porque sos tan cobarde que le temés a lo efímero).
El viernes terminó un año aunque sigas con los otros dos trabajos unos días más (porque no lo tomás así pero el otro día te dijeron que la docencia era tu tercer trabajo; aceptá que es un trabajo lunitaaa). Y creíste que ahora sí, no te para nadie: postear todos los días, escribir, leer, full full de cosas pendientes.
Ah no... hay que pagar el gas... y la internet, y... trámites varios. Una parte del mundo te dice que eso es lo pendiente... Aunque los quieras mandar a todos a cagar.
Pero sos animal de costumbres y ya empezaste a escribir por inercia y aburrís a tus lectores. Agachás la cabeza y crees que disfrutar es también no-discutir. Solías pensar que no-discutir era la actitud ante lo que no vale pena. Hoy no sabés...
Hoy que ya no estás a la deriva aunque descubrís que ser siempre una reina es imposible.
No importa. Tu viejo se murió hace rato. Y el título te lo terminás metiendo en el ...
Lo que vale es otra cosa.
Lo que vale es tu sonrisa. La que nos hace temblar.
Y claro, la que también nos hace reir.
y un abrazo,
